Aulla fuerte

martes, 10 de marzo de 2009

 

Tirado en el suelo, sin mas arrope que su piel, el hombre gemia y lloraba. La hojarrasca cubierta de nieve no ofrecia consuelo para sus lagrimas. Tenues huellas indicaban su camino y su caida. Un rastro facil de seguir para el cazador que le seguia.
Herido de muerte en la yugular habia dejado un sendero de agua grana que atraeria a carroñeros hasta su cuerpo. Su saliva ennegrecida le oprimia la lengua y le impedia tragar. Sus costillas partidas por la presion arañaban sus pulmones. Su brazo roto apenas podia dejarse sentir.
Oyo pasos desde el interior del bosque. Temeroso, aunque dolorido, se puso en pie y trato de alejarse. Poco a poco sus huellas marcaban menos en la nieve.
Su cuerpo desnudo recibia el aire gelido del invierno con escalofrios. Las esquirlas de hielo se clavaban en sus pies arañandole el alma a base de dolor. Y mientras, alguien le seguia.
Las ramas de los arboles azotaban su cuerpo sin compasion y le dejaban cicatrices de recuerdo. Las raices aparecian entre la nieve a traicion haciendole dar traspies. Y alguien le intentaba dar caza.
Las piedras bajo la nieve se hincaban en sus talones haciendole sangrar. El blanco de la nieve cegaba su vista hasta en aquella noche fria y tenue. Y alguien le alcanzaba.
Derrumbandose en un claro miro al cielo nublado. Habria sido una preciosa noche de no ser por las nubes. Un cielo estrellado coronado por una luna llena.
- Ha llegado tu hora.- oyo que le decian
Ni se inmuto. El cazador creyendolo muerto se acerco mas a el poniendose justo encima.
-No has muerto, aun seras una bonita presa.
El cañon del arma se clavo contra su frente. El frio del acero no era nada comparado con el de la nieve bajo el. Mientras miraba mas alla del cazador, se abrio un jiron entre las nubes y la luna lucio su blanco vestido reflejandose en sus ojos.
Esbozo una sonrisa, el viento cambio de rumbo, la luna brillo en el aire.
Del cazador no quedo ni los huesos, solo un monton de harapos baratos en medio de la nieve y una escopeta oxidada. Nadie mas volvio a saber de el. Nadie pregunto por el.
En medio de la noche un lobo de piel blanquecina aullo a la luna llena. Su piel nevada se cofundia con el blanco del vestido de la luna y juntos daban caza a los que se perdian en sus bosques.

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