Bella rozo montuja

lunes, 2 de noviembre de 2009

 

Cuentan las historias que hace muchos, muchos años, en un país muy lejano y triste existió una enorme montaña de piedra negra y áspera.

Al caer la tarde en la cima de esa montaña, florecía una rosa que otorgaba la inmortalidad, sin embargo nadie se atrevía acercarse a ella, pues sus numerosas espinas estaban envenenadas.

Entre los hombres solo se hablaba del miedo a la muerte y al dolor, pero nunca de la promesa de la inmortalidad.

Todas las tardes la rosa se marchitaba sin poder otorgar sus dones a persona alguna, olvidada y perdida en la cima de la montaña de piedra fría, sola hasta el fin de los tiempos.

Dia tras dia, la flor florecia con la esperanza de que alguien, armado de valor y voluntad la cogiese y asi poder otorgarle su don mas preciado. Pero nadie vino a cogerla.

Y de ese modo la flor fue marchitandose dia tras dia, hasta no volver a florecer nunca mas. Sus espinas perecieron, y sus hojas suavizaron la roca de la montaña.

Cuando por fin los hombres llegaron hasta ella no supieron apreciar su belleza marchita, y construyeron sobre ella un cementerio.

De este modo la triste, pero bella, flor, sirvio de alimento a los gusanos quienes si se atrevieron a llegar a ella, y por ello de ella recibieron vida.

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